En mi casa solo se veía un deporte por la tele, la fórmula 1. Si es que es un deporte, pero era el único que seguía mi padre y veíamos las carreras los domingos, comiendo o digiriendo la paella. A veces, mi padre me mandaba a hacer recados insólitos cuando acababa la carrera, en plan, vete a hacer fotocopias de estos planos, un domingo por la tarde! Con el tiempo, me he dado cuenta de que aquello era para quitarme de en medio y quedarse a solas con mi madre. Pero bueno, las propinas estaban bien y esa es otra historia.
Yo tenía un fórmula 1 de juguete que iba a toda leche por el pasillo, entre rugidos y luces y un anorak “Mario Andretti” que llevé hasta que se rajó. Era la época dorada de la fórmula 1, cuando se podía anunciar alcohol y tabaco, y los pilotos eran unos gentlemen. Y los picoletos del pódium de Jerez. Con el tiempo, como con todo, mi padre perdió el interés y se compró una bicicleta, pero yo seguí viendo los grandes premios, inflado de paella, muchas veces de resaca.
Pero todo termina, la fórmula 1 murió el 1 de mayo de 1994. Aún lo tengo fresco, yo estaba dando cabezadas y Aytorn Senna se estrelló contra un muro al no hacer la curva tamburello de Imola. Lo sacaron de los restos del coche y comenzaron a practicarle la reanimación. Lo estaban emitiendo por Telecinco y justo cortaron para publicidad, el primer anuncio era de un disco de música bakalao, salía un quirófano y el enfermo y los sanitarios acababan bailando. Cuando volvieron al directo, un helicóptero se llevaba el cuerpo del piloto.
En 2010, Asif Kapadia dirige SENNA y cambia por completo la forma de hacer documentales, no solo deportivos. Las imágenes fluyen junto con las palabras directamente del pasado, declaraciones, informativos, no sale nadie agitando la papada para contar batallitas. Solo el personaje, con sus luces y sombras, en un mundo hostil, empeñado en reivindicar, quizás equivocadamente, la supremacía del piloto y también, su seguridad.
A ritmo trágico, de bella factura, ves a Aytorn con la muerte de copiloto desde el principio, te implicas en su rivalidad con Prost, introduciéndote en la intimidad de las reuniones de pilotos.
Y está ese momento, justo al final, donde se le pregunta a Senna por su competidor favorito y, a pesar de haber coincidido con casi todos los mejores pilotos de todos los tiempos, el brasileño recuerda a un tal Fullerton, un inglés de su época de karting, donde el dinero y la política no eran tan importantes como el pilotaje. La búsqueda de la pureza y, como consecuencia, la gran decepción… ¿En qué trabajo no te ha pasado eso?
Tras la muerte de Senna dejó de interesarme la fórmula 1, que se hizo muy aburrida con las malas artes del alemán, aquel que se quedó vegetal. Y mi padre se cambió de deporte y ya solo se veía el ciclismo.

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